11.09.2011



A veces soy un poco esa metáfora que se muerde la cola, esa bonita figura literaria que necesita el agua para respirar. Nunca me gustó la prosa simple y sin escondrijos que recorrer. Esa bonita, clara, pero que simplemente no está hecha para mi. No me siento cómodo en tierra firme mientras que la inmensidad del mar me abruma, por lo que no podría elegir lugar más adecuado para vivir que un barco.
Anoche tuve una hermosa pesadilla. Morí. Abría los ojos y me veía a mi mismo en un desierto infinito. Cada segundo que permanecía alli, era una herida más en mi brazo, un arañazo más en mi cara, un poco menos de aire en mis pulmones que cada vez se vaciaban más rápido y se llenaban más despacio. Me rendí y me abandoné a mi suerte, resignado a morir allí pensando en la dulce seguridad insegura de mi barco. Y entonces pasó lo que dicen, me vi ahí abajo, con un semblante sereno que desde que me encontraba en aquel lugar no había experimentado. Sonreía con la cara de quien ve a una mujer desnudarse por vez primera, la cara de contemplar algo realmente bello.
De pronto me alejé de mi cuerpo y no me importaba, no me interesaba nada que tuviera que ver con ese polvoriento lugar, ni siquiera yo mismo. En las alturas algo me rescató, una bestia que era todo pico y corazón. Agarró lo que quedaba de mi y buscó un lugar donde depositarme, perdiéndonos entre los vapores del aire.
Cuando se acabó la tierra me soltó y mi alma cayó al agua transparente, llena de vida. Yo hacía tiempo que había dejado de ser yo, ahora necesitaba terminar de convertirme en lo que era entonces, una pequeña metáfora. Me fundi en el agua y el agua se fundió conmigo, creamos juntos lo más hermoso. Hicimos surgir corales, peces, sirenas, canciones, estrellas, planetas, galaxias... Lo más radiante nacido de una nueva combinación: lo más muerto y lo más vivo unido. Y todo gracias a ella.
Ella, la que me había rescatado, cayó junto a mi como si supiera que aquello tenía que pasar, sin un atisbo de asombro en su semblante. Se sentó junto a mi y fue desde entonces mi barco. Nací.

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